Notas al paso



  • Hemos desempolvado este viejo Blog a sugerencia indirecta de alguien que escribe con los dientes apretados. Espero poder publicar distintas cosas y recibir vuestros comentarios.
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  • miércoles, febrero 12, 2014

    CEMENTERIO DE ELEFANTES


    Desperté asustado tras un estallido sordo al  interior. Un golpe silencioso y turbulento en el medio de la noche, en el medio de mi cráneo, como si un mal presagio me hubiese rozado el pelo desgreñado y grasoso.
    Durante millones de instantes busqué el aire, la luz, lo conocido. Era como la espuma y la arena de una ola recogiéndose.

    Estaba muerto y recordaba:
    -La tibieza del hogar, los sonidos de los niños, el olor a comida y la respiración entrecortada de la casa. La voz musical y dos ojos enormes mirándome, siempre mirándome. Todo había sido sólo un sueño.
    Estiré mis brazos en esa espesura negra, traté de entender como había llegado allí.
    La soledad me clavó sus garras en los huesos de mi cara. El pecho apretado, el aire confuso, traté de entender nuevamente donde estaba. Porque no había nadie cerca.

    La busqué, pero recordé que no estaba. Que la ilusión no tiene nombre cuando es inalcanzable. Que el secreto es la mejor forma de no existir.
    Una marea de angustia me invadió. La tenaza apretó mi garganta. Estaba muerto y recordaba.
    Esto es la muerte. Recordar y recordar desde una tumba fría e insensible. Tratar de correr hacia el amor y encontrarse con las paredes imposibles de la soledad.

    ¿Como llegué aquí? No hay caminos por donde he venido, solo un bosque oscuro e impenetrable.
    El pasado es difuso, sólo dibuja fantasmas en la mente delirante.
    ¿Estoy soñando desde mi muerte encefálica? ¿Son los últimos impulsos de una mente apagándose en la corrupción biológica del olvido?

    Me he condenado voluntariamente a esta muerte de instantes nocturnos para siempre. Esta es mi eternidad.

    Me busqué… Quizá toda la compañía que puedo esperar está en mí, en alguna parte.
    Aun sigo acurrucado bajo el poncho y el cielo sin estrellas.
    No me lamento ya. Tampoco lloro.

    Pero he iniciado este viaje sin retorno, hacia el lugar donde van a morir los elefantes.

    (Abril 2012)

    1 comentario:

    Anónimo dijo...

    Me alegra conocerte en esta otra sensibilidad, Peyuco.
    Gracias por compartirte.
    Abrazo profundo.
    MILITA